No queremos ver más allá del Suchiate
Luego de las fuertes declaraciones que hizo Donald Trump, paso a ser no solo una persona no grata en países Latinoamericanos, sino alguien innombrable para nosotros los mexicanos.
Y es que la mayoría de nosotros tenemos algún familiar o amigo que vive en Estados Unidos, contrario a lo que dice este peculiar personaje no son ni violadores ni mucho menos la escoria de nuestro país. Son en gran cantidad, personas que trabajan lo que muchas veces nadie quiere trabajar o parafraseando al divo de las palabras, nuestro ex presidente Vicente Fox “hacemos lo que ni los negros quieren hacer”. Son aquellos que labran la tierra, que trabajan de meseros, los que proponen dentro de las universidades y hasta crean tecnología para la NASA.
Nos dolió en el orgullo amigos míos lo que se dijo de México…
Nos duele que día con día se nos discrimine por ser lo que somos, nos duele que se nos violen nuestros Derechos Humanos y que al pasar de las semanas aumente el número de deportados hacia nuestro país.
Pero ¿qué tanto nos duele? Porque desde hace tiempo la línea divisora entre un migrante y su “sueño americano” cambio, ya no es el mítico Rio Bravo, ahora por otro lado es el Suchiate.
Pareciera extraño que entre más se necesita la apertura de las fronteras, ya no mencionando al tan conocido caso “sirio", sino por el contrario el problema que tenemos frente a nuestras narices como es con el triángulo centroamericano que lo componen Honduras, El Salvador y Guatemala; es cuando más se tienden a cerrar.
Según cifras del Migration Policy Institute, México desde el 2010 ha deportado al 80% de los niños, niñas y adolescentes migrantes en América del Norte, mientras que Estados Unidos solo ha hecho lo propio con el 20% restante.
Extraños somos los mexicanos, lo plasmo Octavio Paz en su “Laberinto de la Soledad”, porque mientras en el Norte nos quejamos de que se trate bien a nuestros connacionales y en especial en los últimos años a los niños, niñas y jóvenes; en la otra frontera que casi nadie pone atención deportamos a diestra y siniestra olvidando el “México humanitario”. De cada 100 niños asegurados en el 2014 en nuestro país, 77 fueron deportados a su país de origen, caso contrario con EUA que solo fueron 3 de cada 100.
Numero van y números vienen, México tiene hoy dentro de su territorio nacional el menor histórico de personas refugiadas, un claro ejemplo de esto es que en 2013 se autorizaron solo 270 refugiados y en 2014 apenas haciendo a 451 el número de personas beneficiadas, dicho sea de paso 16 sirios y 35 niños, niñas y jóvenes migrantes.
Brasil por otro lado, ha dado 8 mil visas a sirios y refugio a 2 mil de ellos, ¿interesante no?
Y más si sumado a esto, tenemos que desde hace años existe una gran cantidad de migrantes provenientes de Honduras en Cd Juárez y Tijuana principalmente. Esto tiene un fondo que lleva ya algunos años y que hoy desemboca en la mayor crisis humanitaria de dicha nación.
O migras o tienes que enfrentar un devaluado sistema de justicia, maras o pandillas que imponen su ley con la mayor tasa de homicidios del mundo.
Tan solo en 2014, San Pedro Sula ocupo el lugar no. 1 en el ranking de las ciudades más peligrosas del mundo, además el país se encuentra en la posición 120 de la clasificación mundial del Índice de Desarrollo Humano y 30 de 33 En América Latina.
Sumando todo lo que he planteado anteriormente México tomo la decisión de plantear el Programa Frontera Sur, que más que todo es un muro virtual de control y verificación migratoria que busca detener a los migrantes que llegan a nuestro país lo más cercano a la frontera con Guatemala y Belice, y naturalmente deportarlos lo más rápido en cuestión. Mientras la Casa Blanca aplaude nuestras decisiones, nuestra opinión es escasa o nula de conocimiento, y nuestros “hermanos menores” se siguen inflando de una crisis humanitaria que no parece acabar.
No hace falta ver más allá de América, ni tampoco cambiar nuestra foto de perfil de Facebook con una bandera de Francia para darnos cuenta que existe alguien a quien debemos apoyar, no es necesario ver la guerra en Siria o atentados terroristas en Paris, para bien o para mal el problema está en nuestras narices o nuestro patio trasero.
Nuestros amigos del norte no quieren nada que venga del otro lado del Rio Bravo y nosotros no queremos ver más allá del Suchiate.
JAAR